Sábado
en la noche camino a mi casa, después de intentar infructuosamente explotar mis
capacidades motrices en el baile, me llama la atención el gran número de
personas saliendo a “rumbear”, y la cantidad de fiestas en los “salones
sociales” de los conjuntos residenciales; y me pongo a pensar en el drama de
los que tenemos dos pies izquierdos, de los que tiene más oído un ojo que
nosotros, de los “rebeldes del dancing”, los que cuando el paso es con el pie
izquierdo vamos con el derecho; el drama de los aplasta dedos - quiebra
rodillas - rompe talones (no me pregunten cómo pasó lo de los talones).
Un país
tan tropical como el nuestro, exige por naturaleza que todos sus habitantes sepan
moverse con el ritmo de la música, ¡que tengan
flow!; pero los que no lo tenemos, sin darnos cuenta nos vemos en una especie
de “apartheid sandungero”, es grave, incluso estando fuera del país llegué
a perder mi nacionalidad, es que pensar en un colombiano que no baile es como pensar
en un chino que no sepa kung fu, en un italiano que no le guste la pizza, o en
un mexicano alérgico al chile.
Este
“apartheid del perreo” hace que el carecer de flow sea considerado como una
desventaja evolutiva, y vemos como en medio de la pista las mejores mujeres son
arrebatadas por especímenes que se encuentran arriba en la escala evolutiva del
dancing, claro tiene su parte buena, como cuando la tía esa con la que nadie
quiere bailar, después del primer intento nunca más busca bailar con un rebelde
del dancing.
Pero,
y aunque no lo parezca, hay una esperanza de burlar esa barrera evolutiva, y
surge directamente del corazón de la sociedad que nos rechazaba; ¡amigo rebelde
del dancing!, ¡no desfallezcas!, el reggaetón ha llegado para tu salvación, es
el camino de tu liberación, y no te exige nada, el único tributo que debes
pagar es el de tener una buena actitud; el reggaetón te dice: ¡libérate del
yugo, evoluciona!
¡El reggaetón es evolución!